Cabanilles Consort

Carmina Sánchez, soprano

Mikel Uskola, contratenor

Pablo Márquez, órgano & dirección

El texto que integra el Stabat Mater tiene su origen en un poema medieval, alrededor del siglo XIII, de origen franciscano y atribuido tradicionalmente (aunque de forma poco probable) a Jacopone da Todi. A partir del siglo XV se extendió conformando una de las secuencias de la liturgia, utilizándose entre otras ocasiones en la festividad de la Mater Dolorosa.

Su nombre procede del primer versículo “Stabat Mater dolorosa”, esto es, “estaba la madre dolorosa” y medita sobre el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión de su hijo.

Aunque esta secuencia fue suprimida en el Concilio de Trento, el papa Benedicto XIII restauró su utilización en 1727 como parte de la liturgia para la festividad de Nuestra Señora de los Dolores.

Muchos han sido los autores que han musicalizado este hermoso texto. Entre ellos encontramos la versión de Giovanni Battista Pergolesi, compuesta en las últimas semanas de vida,​ cuando estaba enfermo de tuberculosis y sabía que podría morir. La obra fue escrita para una confraternidad napolitana, la Confraternità dei Cavalieri di San Luigi di Palazzo,​ que también le había encargado un Stabat Mater a Alessandro Scarlatti. La obra de Pergolesi fue elegida como reemplazo de la escrita por Scarlatti para las representaciones del Viernes de Dolores en Nápoles.

La partitura, escrita para soprano y alto solistas, orquesta de cuerda y bajo continuo, ha gozado de una gran popularidad, convirtiéndose en la más editada e impresa del siglo XVIII. Incluso Jean-Jacques Rousseau mostró su aprecio por este trabajo elogiando el movimiento de apertura como «el dúo más perfecto y conmovedor que viene de la pluma de cualquier compositor».

La obra se caracteriza por el uso magistral de las disonancias, que expresan un emotivo patetismo.