Historia de un legado

Corría el año 1870 cuando el jesuita P. Agustín Cabré SJ llegó a Valencia con el objetivo de fundar un colegio de la Compañía de Jesús. La iniciativa, respaldada a su vez por el también jesuita P. Severo Ochoa SJ, se encargó entre 1879 y 1880 al arquitecto José Quinzá Gómez quien construyó el Colegio San José en un solar actualmente ubicado en la Gran Vía Fernando el Católico. Dicho solar fue adquirido al Barón de Benidoleig en 1879. Ese mismo año, más concretamente el 4 de junio, tuvo lugar la colocación de la primera piedra.

En 1881, cuando aún estaban por realizar el salón de actos y la iglesia, falleció José Quinzá y asumió el encargo el arquitecto Joaquín Mª Belda Ibáñez. Belda dio por finalizado el salón de actos a principios del año 1884 mientras que la iglesia fue consagrada el 12 de octubre de 1887.

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La iglesia, de estilo neobizantino y con algunos toques neorrománicos, está formada por tres naves de siete crujías y el altar, una cubierta a doble agua y una bóveda de cañón con lunetos.

En su interior encontramos decoraciones con estucos y dorados policromados, realizados por el jesuita D. Martín Coronas Pueyo, quien dotó a la bóveda de una ornamentación de estrellas doradas sobre un fondo celeste.

Belda construyó una única nave, pero en 1915 se añadieron las dos naves laterales. También ese año se añadió un atrio a la nave central, que contaba hasta ese momento con cinco tramos (cuatro crujías más el altar). En la actualidad no quedan huellas visibles de dicho espacio, que fue absorbido por la siguiente ampliación. El presbiterio tiene una forma poligonal de cinco lados.

En 1941 el arquitecto Manuel Peris Vallbona acometió una nueva reforma de la iglesia. Con esta reforma se derribó el atrio y se añadieron tres crujías a las naves, llegando a un total de siete, tal y como lo vemos actualmente. También se realizó la apertura de los arcos de comunicación entre las naves laterales y la central. En el centro de la fachada principal se abrió la portada, que está formada por un arco de medio punto enmarcado por un pórtico que se apoya en columnas adosadas y en cuyo tímpano luce un panel cerámico. Por encima de la portada se observa una galería formada por cinco arcos de medio punto, con vanos cerrados con vidrieras, que descansan sobre columnas neorrománicas.

La fachada principal se culmina con un hastial (parte superior triangular) en el que destaca un altorrelieve con un crismón. En el tímpano del arco de la entrada se observa un panel mosaico que representa a Cristo y, bajo su protección, el edificio de San Pedro, en el Vaticano. Sobre el tejado se puede ver una espadaña que contaba con tres campanas, aunque en la actualidad solamente quedan dos de ellas. Bordeando la figura de Cristo, una leyenda dice: Fac Nos Innocuam Decurrere Vitam (Haz que nuestra vida transcurra tranquila) y en el dintel de la puerta otra inscripción indica: Locs Iste Sanctvs Est (Este es un lugar santo).

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Los extremos de la fachada están flanqueados por dos torrecillas compuestas por dos cuerpos cada una; a mitad de altura encontramos una balconada, y cubriendo las torrecillas se observan unas pequeñas cúpulas de traza oriental con tejas en forma de escama, coronadas con sendas cruces.

Cabe destacar diversos vanos alargados que permiten que la luz pase al interior de las torrecillas donde se encuentran las escaleras de caracol que dan acceso al coro.

La historia de la Iglesia Jesuitas Valencia se ha escrito con el paso de los años y ahora queremos seguir escribiéndola. Este proyecto de restauración le devolverá su esplendor y la recuperará como un lugar abierto al culto, al arte y a la cultura para toda la sociedad valenciana.